El resultado es un interesante desglosamiento de la academia y su relación con otros ámbitos de prestigio cultural a través de las categorías de campo, capital cultural y habitus.
Al ser un estudio sociológico de la academia francesa y sus espacios de consagración de hace más de 20 años el libro pierde interés porque recurre a las estadísticas como sustento de la objetividad. Súmese a eso la pésima prosa de Bourdieu, que por momentos se hace insoportable. A pesar de esto el análisis intenta construir nuevas categorías de objetividad, poniendo a la sociología como abanderada del resurgir académico ante tanto desprestigio. Tanto la investigación, como y análisis y las conclusiones son realmente valiosas y aplicables a la lastimosa y desoladora actualidad de las ciencias sociales en las universidades públicas argentinas, en las cuales, salvo honrosas excepciones, reinan las tristes mezquindades que describe Bourdieu.
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