jueves, 3 de julio de 2008

Los sangre de los caídos no sera negociada

A 6 años del asesinato en el puente Pueyrredón, Agencia Sociales recupera esta entrevista que sigue manteniendo su vigencia. Los culpables continúan en el poder.

El 26 de junio de 2002 fueron asesinados Darío Santillán y Maximiliano Kosteki por oficiales de la policía en el Puente Pueyrredón. Alberto Santillán, padre de Darío, relata el porqué del asesinato y cómo su hijo estaba “marcado” por sus años de militancia y liderazgo en el Movimiento de desocupados Aníbal Verón.

El gobierno de Eduardo Duhalde había anunciado durante toda la semana a través del ex Jefe de Gabinete Alfredo Atanasof que las marchas del 26 de junio serían duramente reprimidas. Al llegar los manifestantes al Puente Pueyrredón la policía ya lo había cortado en señal de que la postura del gobierno ante la protesta social era profundizar la política represiva. La orden del gobierno fue reprimir y la policía salís a la caza de los manifestantes. Los medios de comunicación cubrieron las distintas marchas piqueteras sabiendo que ese día se lanzaría una represión contra las organizaciones de desocupados. El panorama: una batalla campal con persecuciones. El plan: una trampa montada para encubrir órdenes políticas superiores. Los servicios de inteligencia intentaron que pareciera que las organizaciones de desocupados habían atacado y que la policía se habrá defendido. La maniobra falló. Dos manifestantes murieron. 33 heridos de bala.

En el nombre del padre: Alberto Santillán, padre de Darío

El dirigente

Darío en mi familia rompió el esquema del prototipo de hijo que uno quiere. Ojo, con el trabajo que hacía Darío yo siempre estuve orgulloso, me parecía muy bueno lo que estaba haciendo. Pero también insistía en que no se siguiera postergando en los estudios. Era un chico muy inteligente. Estaba la noche entera leyendo hasta que sacara la información que quería. Siempre le dije hasta el último fin de semana que estuvimos juntos que él hacía periodismo de investigación. Darío era una persona que tuvo una vida muy intensa, más allá de sus 21 años. A los 14/15 años empieza a apartarse de la escuela secundaria por todo esto de la solidaridad, de ayudar a los que menos tienen. A los 15 años pidió permiso para ir a ayudar a los inundados de Solano y Quilmes. Por ahí no venía en días. Era uno de los primeros que tocaba las puertas de la iglesia para que la gente fuera ahí, que mangueaba comida, que organizaba ollas populares. Yo no le diría jamás que no a algo que él tanto quería.

Ver otra realidad

De pibe nosotros íbamos a una misa de curas carismáticos, y Darío se enganchaba también. Pero a medida que va dejando la adolescencia y leyendo otras cosas, empieza a alejarse y a ver otra realidad, que yo no veía. Ahora que él no esta la veo mucho más. Por ahí él me comentaba, pero con las ocupaciones y trabajo vivís en una burbuja. Yo venía a mi casa, y por ahí venía Darío con sus compañeros y enseguida hacía guiso para todos, o lo que había. Una vez le dije: “Dari mira, esta bien, acá no falta, pero llegamos cortitos a fin de mes, y están tus hermanos también (la mama ya había fallecido). Y nunca me olvido lo que me contestó: “Sabes qué pasa, ellos no tienen nada, y a veces son cuatro o cinco con un plato de arroz para todos. Y yo voy y de ese plato de arroz me sacan un pedacito”. ¿Y qué le voy a decir?

Hay pibes que están comprometidos con un cambio ponen el pecho, vienen con la cabeza muy abierta. Una vez hablando con un viejo militante él me decía que estaba muy asombrado de Darío porque llevaba años de militancia pero decía que tenía una mirada mas allá de nosotros. En el asentamiento, Monte Chingolo, la política de Darío es como un estandarte. Luego de estar dos años en el barrio y crear un movimiento de desocupados en base a mucha lucha, Darío era una persona muy querida y muy respetada. Es minúscula la gente que a tan corta edad, mas allá de la muerte de mierda que tuvo, se sabe ganar el respeto como se lo supo ganar Darío. Para mi es un orgullo. Lo único que me hubiese gustado es que me hubiese dejado un hijo.

Más allá del corte

El asesinato de Darío, sirvió para que Duhalde se vaya antes del poder, pero también para que la sociedad entienda un poco más lo que es el desocupado, el piquetero. Para que los medios empiecen a interesarse en cómo era Darío, en descubrir que detrás del movimiento de desocupados hay un trabajo.

Lo más difícil es concientizar a la gente. Cuando uno se queda sin laburo, la obligación de contenerme es del gobierno, pero hoy por hoy el que se queda sin laburo no tiene contención. Enseñarle a la gente grande por qué pasan las cosas es muy difícil. Antes se vivía la cultura del choripan y el vaso de vino con un puntero, venía toda la gente, y “vení vamo” a gritar Viva Perón”. Y de repente que aparezca un pibe como Darío, crear un galpón, llevar un televisor, llevar videos, pasar documentales, explicarles por qué... Y no hacerse el estúpido.

Marcado

Darío me contaba que lo seguían, que lo filmaban, que sabían sus movimientos. Pero no tengo cómo refrendarlo. Lo que le pass a Darío no le pass porque le tenía que pasar, sino porque sabían bien quién era Darío. Una vez que estaban en asamblea, ahí en Monte Chingolo, se le paró un patrullero y empezó a filmarlo. Otra vez fue gente del Partido Comunista a una asamblea, y dijeron “si se quieren venir con nosotros se vienen con nosotros, sino se van con Darío” y las 150 personas que estaban se fueron con él. Era gente curtida, gente grande, que se fue con un pibe que tenía en ese momento 18 años.

Siempre digo que Darío potencialmente tenía muchísimo. En ningún momento de su vida se hubiese dejado comprar. Siempre era el primero, primero en poner el pecho, primero en cortar la ruta. Por eso yo creo que la muerte de Darío no fue al azar sino que yo estoy convencido de que el estaba marcado.

Impunidad - 3 años más tarde

El 26 de junio de 2002 hubo un plan coordinado de represión entre todas la fuerzas de seguridad ordenado por el presidente Duhalde. “El gobierno había cortado todo tipo de dialogo con las organizaciones sociales días antes. Por otro lado sostenía un discurso duro, diciendo que los cortes del puente eran una declaración de guerra. No hubo contactos en los días anteriores ni en el momento de la movilización. Queríamos poder discutir el otorgamiento de los subsidios para desocupados, la atención sanitaria y educativa en los barrios”, dijo Pablo Solanas de la Aníbal Verón. La orden del gobierno fue clara: limpiar la zona.

Un informe presentado por la SIDE al presidente Duhalde fue el detonante de este operativo. Al asumir, el presidente Néstor Kirchner, anunció que abriría los archivos confidenciales de la SIDE para esclarecer los hechos de la Masacre de Avellaneda. Ya pasaron 2 años de esa promesa.

A pesar de las pruebas y de la provocación del gobierno, los autores intelectuales no aparecen y los medios no hacen mencisn al ex presidente Duhalde, al ex Jefe de Gabinete Alfredo Atanasof y al ex ministro del Interior Jorge Matzkin, ni al secretario de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Juan José Álvarez, autores intelectuales impunes de la masacre. Solamente ocho policías están imputados por el asesinato de Darío y Maxi. Después de la masacre, el gobernador Felipe Sola nombró como ministro de seguridad al ex frepasista Juan Pablo Cafiero, quien declaró a la prensa en relación al caso que “la policía responde en su accionar al poder político”.

Hoy ya han pasado 3 años de juicio, “se dice que llega a diciembre, me parece que es demasiado, porque no hace tanta falta semejante martirio, que difundan a cada rato las imágenes de Darío”, explica el papa de Darío, pero le queda fuerza: “Nosotros lo único que queremos es sacar a cuenta gotas alguna información, para después entregarla cuando nos presentemos como querellantes contra Duhalde. Cuando te metés con el poder político es muy difmcil que consigas algo. Pero tampoco te podés quedar de brazos cruzados. De alguna manera, hacemos un esfuerzo para estar a la altura de Darío”.

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